desde que era niño y oía una radio vieja que reposaba sobre el refrigerador en la cocina de mi casa. La música siempre tuvo para mi un poder extraño: era capaz de inducir mis estados de ánimo, o sea, me cambiaba la frecuencia y a veces me dejaba pegado por un día o dos con un fraseo melódico sin que hubiese forma de sacármelo de la cabeza. A propósito de esto mismo subí acá la última canción con la que me ha pasado esto. Lleva varios días resonándome en la cabeza, ya sea en la casa, en el bus, en el metro y a la salida del trabajo. Me gusta su pulso urbano y la sensualidad oscura característica de sus intérpretes. Me seduce esa guitarra minimalista de sonido crudo y la voz profunda e inquietante de Gahan. La imagen que acompaña es una foto de mi abuelita. Fue la que más me hacía sentido y correspondencia con la música. Enjoy it.
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