viernes, septiembre 30, 2005

El veranito



Ya viene, ya se nos viene, ya llega!...Me gusta el verano!...Me gusta el sol sobre la piel, sobre todo con un buen paisaje por delante, buena compañía y una cerveza bien helada en la mano a cualquier hora del día. Los primeros veranos de mi vida los asocio al campo que era donde pasábamos las vacaciones con mi familia: largas hileras de álamos, duraznos debajo de los sauces a la orilla de las acequias, primos que andaban a pata pelá cazando lagartijas con crines de caballo y pájaros a hondazos e historias del Diablo que era un ser presente y ubicuo. Me acostaba temprano y dormía en piezas frescas de casas de adobe y oía gallinas y la radio al despertar. Cada día era levantarse para ir a descubrir el mundo arriba de los árboles o explorar el cerro buscando monstruos imaginarios. Después recuerdo la playa, recién descubierta a los siete años, el mar, y ya entonces intuí que íbamos a tener una relación estrecha. Jugamos incansablemente a que me persigue y yo arranco, y a que me marea mientras me quedo de pie en la orilla mirando la resaca en el suelo…eeeeeeeeehhhh!! (me marié…)
Más tarde fue de nuevo el campo a los 10 años en la casa de verano del tío Osmán, de Linares hacia las montañas; ya sabía nadar y comía moras todo el día (excepto los nublados que eran excelentes pa ir a buscar avellanas), y me bañaba en un río de aguas cristalinas y frías ¡Delicioso!. Ya a los 16 empezaron los viajes aventureros con los amigotes: con David por el litoral central, con dos amigos a una playa del sur: 12 días durmiendo debajo de un árbol arriba de una dunas y una borrachera con tinto y leche condensada tras una noche de pachanga con orquesta en la única quinta del pueblo…17 y notables paseos de fin de año con mis compinches a Pichilemu, más creciditos, cheleando la tarde, tasando las pollitas y volviendo al atardecer salados, mojados, con arena en el culo y sal y sol en la piel para llegar a la ducha fría y la once-comida que nos dejaba tonificados y al pie del cañón pal carrete de la noche…¡Cuántas conversaciones profundas!¡Cuántos momentos felices!¡Cuántas anécdotas y amores fugaces, hermosos por eso mismo: por que eran de fantasía y así se conservan en la memoria!...Mochileos al sur a los veintialgo, vegetación exuberante y lluvias que capeamos con melón y vino dentro de la carpa…carpas levantadas en las montañas, con fogatas a la luz de las estrellas y uno queriendo repensarse la vida entera aprovechando la soledad y el aislamiento pa terminar cachando que lo que hacía falta era precisamente eso: desconectarse y dejar de pensar en solucionar los problemas...!
Me gusta esa arrogancia de la vida en el verano: hasta el mar muestra sus mejores colores: sus blancos más espumosos y sus verdes más esmeraldas; me gusta que la gente cambie, se exceda y se haga tatuajes falsos de henna (picantes las weas…), se ponga aros por todos lados y le compre pulseras y collares a los hippies; me gusta ese sabor a cacería de aventuras, ese florecimiento vital-sensual que trae consigo y que arde con intensidad, y que se quema rápidamente como el pasto de primavera bajo el sol en el estío…el olor del aceite de coco me enciende y me hace respirar profundo y ronco, el mar me llama a correr y abrazarnos y a deslizarme de guata encima de una tabla de plástico (lo más parecido a una alfombra mágica); me gusta correr en bicicleta y mirar a la gente, a los niños en la playa, a los jóvenes repitiendo los mismos gestos, la dulce guerra de los amores en las miradas, poner todos los músculos en tensión, sentir el cuerpo, la fuerza, la vida!...Y llamar por teléfono para compartirlo con los otros y ponerse al día, aprovechando, hacer balances del año recién terminado y votos de esperanza y voluntad para el que empieza…aunque si uno lo piensa fríamente, el mundo está como el pico, pero igual, qué más da: no por eso no nos vamos a reír; ¿Qué más parecido a una fiesta interminable, a una celebración de la vida?. Me gusta por que la música es la reina también, y a mi me gusta la música.
Se supone que debería estar trabajando en un artículo sobre los problemas del mundo contemporáneo y estoy escribiendo weas en el blog…en fin, iba a escribir y me salió esto. Creo que lo tenía atravesado hace días; ya, me pongo serio y a la pala.

jueves, septiembre 29, 2005

Petición de una colegiala a un difunto



Cachen esta: la encontré en una vieja tumba del cementerio número 1 de Rancagua (como de principios del S XX), que, no sé por qué extraña razón, se ha convertido en una popular animita objeto de la devoción y peticiones de estudiantes espinilludos y colegialas loly-pop. Le tienen toda la tumba rayá al finao, y le piden puras leseras; oigan (transcrito literalmente, con faltas y todo):

"Hola Tito como estas te quiero pedir que me ayudes con mi amor Jorge Pérez que lo amo con todo mi corazón yo soy Caren Quezada, También te pido ser super rica, tener el físico lindo y cuando grande ser profesional y tener un auto de carreras quiero que el Jorge Pérez me ame y que pololiemos y seamos felices juntos. Esto te pido que se cumpla pronto no más de un mes.
Ahora te voy a dejar un pañuelo mío y lo voy a poner en tu tumba. Muchas gracias yo confío en ti. Chao de Caren Quezada."

¡El medio negocio!: todo eso a cambio de un pañuelo; no quiere nada la minita. El amor, la vanidad y la ambición deliciosamente ocultos bajo la faldita a cuadros o entre los cuadernos en la mochila...Lo que me da más risa es que, inconsciente de lo superfluo de su petición más encima le pone la máquina: "un mes", nada más le da para que le cumpla el manso encargo: el amor y la felicidad!¡Bendita inocencia!...oye, y ojo: no cualquier auto, quiere uno DE CARRERAS. Eso es lo que yo llamo altura de miras...

domingo, septiembre 25, 2005

Miedo


El año antepasado, mientras atravesaba por un período de muchos problemas, estuve pegado leyendo a Anais Nin. Me encantó la mina, aunque tras leer tres libros suyos me quedó claro que era re enrollada; pero de esa época y esas lecturas quedaron un montón de pasajes que me parecieron notables, y que me enseñaron o me confirmaron cosas que ya sabía sobre los seres humanos y sobre mí mismo. Aquí`reproduzco un párrafo que ella cita de una carta que le enviara Henry Miller, el escritor norteamericano con quien sostuvo una relación de amante y un nutrido intercambio epistolar y espiritual. Es sobre el miedo, a propósito de ciertas conversaciones recurrentes sostenidas con mi amiga.

"Creo, si es que hemos aprendido algo de tantísimas experiencias, que la mayor victoria del hombre es su conquista del miedo. Pocos dejamos de darnos cuenta de lo poderoso y dominante que es el miedo. Es el miedo el que hace tan dramáticas nuestras vidas, y principalmente el miedo a uno mismo. A esta clase de miedo, sin nombre, indescifrable, incalificable, debo la terrible imagen de mi vida con June. Miedo a perderla, miedo a estar solo, miedo a combatir el mundo, miedo de todo. Y el día en que descubrí que ella no podía aterrorizarme más, me convertí en un hombre libre, en un individuo por derecho propio, aunque ocurriera en un momento, a los ojos del mundo, en que yo era el más triste especímen de hombre que se pueda imaginar. Pero ¿quién sabe la fuerza que sentí en mis huesos?¿Quién sabe que debajo de mi apariencia miserable y desaseada había un alma poderosa?..."

La Fabiana Cantilo canta en una canción compuesta por Fito Páez (con esa voz dulce de hembra ardiente que tiene):
"...si al final abrazarse al dolor no nos deja brillar...
el azar nos permite cambiar nuestro incierto destino
el dolor que nos puede vencer sin mirar más allá
yo creo que al final nunca sé donde voy, pero sigo un camino...
Algo ocurrirá, tengo la sensación, una carta marcada, un buen signo del sol
Nada es para siempre..."

Para pensar ¿no?

lunes, septiembre 19, 2005

Fomingo


Hoy fue unos de esos días. Aunque la verdad es que dormí buena parte del día, pues anoche salí y llegué tarde. Fui con Polaf al Playa. Fue entretenido: tomamos fotos y cerveza fría; jugamos cadáver exquisito y nuestros textos respectivos se negaban a encontrarse. Después bailamos un rato. Hoy no me he podido esconder de un sentimiento pegote y difuso que no sé si es nostalgia, melancolía o tristeza ("infinita tristeza"...). Nada serio, pero persistente.Algo de cansancio de vivir, como un exceso acumulado en el corazón. Recuerdo esos versos de Rimbaud (ok, me dio con la poesía...)

Mi triste corazón
está lleno de tabaco
mi triste corazón
babea a popa
¿Qué hacer, oh, corazón robado?
mi corazón

Cuando llega el domingo con su tristeza de calle vacía y silenciosa es bueno tener una familia, amigos. Recuerdo muchos domingos solitarios, con cielos grises o lluviosos, la ciudad invadida por un letargo espeso. Generalmente había carreteado la noche anterior, de manera que el contraste era más fuerte. "Nada nos deja más en soledad que la alegría si se va", dice el Fito Páez en una canción; me hace pleno sentido. Ese tránsito del vértigo, la risa y la euforia a la quietud silenciosa y doméstica dominguera es fuerte y marcado. A lo largo de los años lo he combatido de diversas formas: paseos, la guitarra, las visitas a amigos...pero a veces nada funciona y hay que bancarse las horas grises no más, no queda otra. Asumir y poner a los Carpenters en la radio. Al caer la noche el fomingo pierde su poder y su letargo, pues hay que preparar lo del lunes y todas las noches son iguales, y prendo la tv y agradezco casi con cariño el tono y la sonrisa de aviso comercial del conductor del noticiero: después de todo el mundo ha seguido su marcha y empieza otra semana de aventuras...¡Yipiiiii!¡Se acabó!. Menos mal que no me pilló resfriado y en cama, peor. A todo esto, hoy es lunes, pero feriado fominguero igual no más.

domingo, septiembre 18, 2005

Adán


Henos aquí, al abrigo de todas las miradas y todas las voces...serenos por sabernos solos y sensatos a fuerza de serenidad. Único en mi especie y compartiendo un nicho común con esos seres callados, que he dado en llamar plantas y esa variedad de ánimas que genéricamente he designado con el nombre de animales.
...Nací a la luz, ya no recuerdo cuanto hace. He visto alternarse regularmente las sombras quietas, tachonadas de luces argénteas; y el paso perezoso de eso que parece una naranja resplandeciente, ¡Todo encima de mi cabeza!...y he llamado a la sucesión de sombras, noche, y a la sucesión de naranjas flamígeras llamé días.
No he sufrido lo que se me ha ocurrido llamar "necesidad". Siempre están a mano las aguas cristalinas y los higos jugosos. A veces oigo la voz de aquél a quien no he visto, pero con el cual siento una familiaridad cercana...parece ser el único a quien me asemejo. Habla con una voz cálida, profunda, que me hace pensar en muchas aguas mansas y que me calma cuando me siento inquieto; un metal sonoro que me ha hecho decir una palabra extraña, pero dulce, como la miel de los panales de las abejas del bosque: caricia...paz...al sonido de su voz los latidos de mi corazón se acompasan, y el majestuoso león se llena de sosiego, dócil, y el torpe asno se vuelve mi hermano, al igual que los pájaros, todos los árboles y las piedras a mis pies, vibran pulsados por una potencia bienhechora...la voz del dulce amo y padre, que hizo las naranjas y el agua, y el viento canta en los árboles su saludo agradecido, y estos entonan un murmullo más alto que su conciencia vegetal....

Sobre poesía

Me gusta la poesía. Cuando era niño la poesía se enseñaba mal; se entendía por poesía esas declamaciones recitadas con ademanes sobreactuados y un poco ridículos que ponderaban un patriotismo patriotero y mal entendido también, en las que lo más característico era el uso de la rima (pobre poesía, caricaturizada de esa manera..!). No creo que hoy se enseñe mucho mejor, pero la verdad es que no sé. Hace mucho que salí del colegio, y, la verdad, no me gustaría volver. La poesía se me reveló más tarde como un lenguaje distinto del habitual y más pleno de sentido, un lenguaje que abre un espacio nuevo en lo monocromo del mundo, y yo desde chico he sido adicto a eso. Leí poesía de vez en cuando entonces y busqué, como más tarde me ocurriría con la música de jazz, qué era lo que tenía de especial. Por supuesto, a esa tierna edad los poemas no podían ser sino de amor, y me grabé en el corazón eso de "puedo escribir los versos más tristes esta noche". A eso de los 17 me embriagó y me dejó cautivo de su intensidad cósmica la palabra embrujada de Vicente Huidobro en su Altazor, marejada que me arrastró y me arrojó a los caminos de la vida. Creo que la mayor lección de esta época fue entender que la poesía era una materia caliente y viva, que era una forma de enfrentar la existencia, una actitud vital ("si no hiciera al menos una locura por año me volvería loco..."). Desde esos años ya lejanos he oído otras voces: dulces y desgarradas, angélicas y oscuras, humanas y divinas proferidas por videntes de toda clase con lenguas encendidas, pero lo que más me asombró fue aprender que la poesía fue la primera forma de literatura y ácompañó el nacimiento de la música (las primitivas formas poéticas eran cantadas). Esto implica y confirma que es menos un producto cultural para el consumo y la disección intelectual, que una fuente expresiva primigenia de lo que llamamos naturaleza humana: como el trino de los pájaros o el rugido de los felinos la poesía es canto o bramido humano: es el sonido característico del hombre.
No iba a cerrar esta perorata sin "recitar una poesía", así que aquí va un trío de hai-kus más de mi autoría. No respetan rigurosamente la métrica característica del género, pero filo. Pertenecen a un libro llamado "Días en Oriente", que inventé pero que no existe. Ud. imagínese que existe. No conozco oriente excepto por relatos, libros y fotos, pero así lo imaginé hace años.

Persia de noche
parece
rubíes reducidos a polvo
brasas
de la cobra los ojos
vuelan como la arena.

Otro:
Bagdad en el crepúsculo
besa el desierto rosa
tañe
su silencio de piedra

y el último:
Egipto
piedra sobre piedra
y un río
besa el sueño milenario
de sus reyes.

Eso sería.