Me gusta la poesía. Cuando era niño la poesía se enseñaba mal; se entendía por poesía esas declamaciones recitadas con ademanes sobreactuados y un poco ridículos que ponderaban un patriotismo patriotero y mal entendido también, en las que lo más característico era el uso de la rima (pobre poesía, caricaturizada de esa manera..!). No creo que hoy se enseñe mucho mejor, pero la verdad es que no sé. Hace mucho que salí del colegio, y, la verdad, no me gustaría volver. La poesía se me reveló más tarde como un lenguaje distinto del habitual y más pleno de sentido, un lenguaje que abre un espacio nuevo en lo monocromo del mundo, y yo desde chico he sido adicto a eso. Leí poesía de vez en cuando entonces y busqué, como más tarde me ocurriría con la música de jazz, qué era lo que tenía de especial. Por supuesto, a esa tierna edad los poemas no podían ser sino de amor, y me grabé en el corazón eso de "puedo escribir los versos más tristes esta noche". A eso de los 17 me embriagó y me dejó cautivo de su intensidad cósmica la palabra embrujada de Vicente Huidobro en su Altazor, marejada que me arrastró y me arrojó a los caminos de la vida. Creo que la mayor lección de esta época fue entender que la poesía era una materia caliente y viva, que era una forma de enfrentar la existencia, una actitud vital ("si no hiciera al menos una locura por año me volvería loco..."). Desde esos años ya lejanos he oído otras voces: dulces y desgarradas, angélicas y oscuras, humanas y divinas proferidas por videntes de toda clase con lenguas encendidas, pero lo que más me asombró fue aprender que la poesía fue la primera forma de literatura y ácompañó el nacimiento de la música (las primitivas formas poéticas eran cantadas). Esto implica y confirma que es menos un producto cultural para el consumo y la disección intelectual, que una fuente expresiva primigenia de lo que llamamos naturaleza humana: como el trino de los pájaros o el rugido de los felinos la poesía es canto o bramido humano: es el sonido característico del hombre.
No iba a cerrar esta perorata sin "recitar una poesía", así que aquí va un trío de hai-kus más de mi autoría. No respetan rigurosamente la métrica característica del género, pero filo. Pertenecen a un libro llamado "Días en Oriente", que inventé pero que no existe. Ud. imagínese que existe. No conozco oriente excepto por relatos, libros y fotos, pero así lo imaginé hace años.
Persia de noche
parece
rubíes reducidos a polvo
brasas
de la cobra los ojos
vuelan como la arena.
Otro:
Bagdad en el crepúsculo
besa el desierto rosa
tañe
su silencio de piedra
y el último:
Egipto
piedra sobre piedra
y un río
besa el sueño milenario
de sus reyes.
Eso sería.
No iba a cerrar esta perorata sin "recitar una poesía", así que aquí va un trío de hai-kus más de mi autoría. No respetan rigurosamente la métrica característica del género, pero filo. Pertenecen a un libro llamado "Días en Oriente", que inventé pero que no existe. Ud. imagínese que existe. No conozco oriente excepto por relatos, libros y fotos, pero así lo imaginé hace años.
Persia de noche
parece
rubíes reducidos a polvo
brasas
de la cobra los ojos
vuelan como la arena.
Otro:
Bagdad en el crepúsculo
besa el desierto rosa
tañe
su silencio de piedra
y el último:
Egipto
piedra sobre piedra
y un río
besa el sueño milenario
de sus reyes.
Eso sería.
1 comentario:
El poema Bagdad tiene una imagen que me gusta mucho. De ahí te contaré.
Creo, al igual que tú, que la poesía es algo innato al hombre. Es un lenguaje, una expresión que nos libera desgarrándonos a veces, sublimándonos otras. ¿Cuál prefieres tú?
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